Resumen: Capítulo 1 "Yo Argumento"
PADILLA, CONSTANZA; DOUGLAS, SILVINA y LOPEZ, ESTHER; “Capítulo 1: ¿Argumentar? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?” en Yo Argumento; Comunicarte; pp: 19-32
La capacidad de argumentar nos caracteriza como seres racionales. Desde el momento en el que conseguimos dar argumentos de nuestro punto de vista a los otros, empezamos el camino de la razón dialógica, el cuál nos va a atravesar durante toda nuestra vida, salvo que nos aislemos y nos encerremos en nuestros propios monólogos. Por más que pase esto, no vamos a poder anular a los interlocutores virtuales, como los otros o nuestro alter ego. Esto siempre nos va a estar desafiando las certezas, creencias. A su vez, también, va a desestabilizar nuestras opiniones, llevándonos a buscar razones. Sin embargo, esto no solo nos lleva a buscar sentido a las ideas o hechos sino a buscar motivos para actuar de diferente manera. Todo esto se puede entender mejor con un ejemplo de Mafalda.
Este ejemplo nos permite pensar en tres aspectos importantes, los cuales aparecen a la hora de reflexionar sobre la argumentación. En la situación argumentativa no importa solo lo que se argumenta, sino que importan los interlocutores, quiénes argumentan, con qué intenciones y en qué contextos lo hacen.
I.I Aportes de la filosofía: Grados de convergencia crítica
En cuánto a las intenciones, el filósofo Ricardo Maliandi siguiendo su propuesta de una ética convergente nos dice que hay distintas posturas comunicativas que podemos asumir cuando razonamos.
También habla de razón dialógica pero partiendo de una base en la que “razonar implica dialogar” en donde involucra dos funciones importantes:
Fundamentación: capacidad de dar “razones”
Crítica: conciencia de los límites de las “propias razones” y apertura hacia “otras razones
Debido a esto, se da a entender que la dimensión dialógica de la razón involucra una postura crítica, tanto ante los puntos de vista propios como ante los de otros. Por lo que, pone como uno de los principios de su ética convergente al concepto de conflictividad, en tensión con el concepto de consenso. Gracias a estas ideas, se plantean tres posturas distintas en un discurso argumentativo que corresponden a los tres grados ascendentes de lo que ese filósofo denomina como convergencia crítica:
Postura estratégica: se basa en una perspectiva egocéntrica consciente, no consciente o semiconsciente porque quién argumenta no expresa al destinatario como un interlocutor que puede tener un punto de vista distinto ante un tema. La argumentación, por ende, va a ser retórica, persuasiva y va a terminar apuntando a forzar la opinión del destinatario.
Postura comunicativa divergente: Debido al egocentrismo, la argumentación llega a la resolución del desacuerdo, pero con el presupuesto, no declarado, de que el acuerdo va a beneficiar la opinión propia y no la del oponente. Es decir que, se sabe que el interlocutor es un oponente con un punto de vista distinto al propio pero la argumentación se sigue defendiendo cada quién con su punto de vista.
Postura comunicativa convergente: Acá el interlocutor no aparece como oponente, sino que aparece como cooperador en la tarea de enfrentar un problema. No se enfrentan los interlocutores entre sí, sino que ambos establecen una alianza para enfrentar y resolver un problema.
1.2 Aportes del pensamiento crítico
Las divergencias que se fueron produciendo en torno a un tema no salen solo de las diferencias de planteos entre las disciplinas sino que también salen de la confrontación y evolución de perspectivas en los ámbitos disciplinarios.
Este hecho se manifestó en torno al movimiento que se denominó como pensamiento crítico en Estados Unidos, en el auge de la Psicología cognitiva y en la aplicación al campo pedagógico mediante varios programas de “enseñar a pensar”. Todo este movimiento en sí fue cuestionado por diversas posiciones teóricas. Aunque haya sucedido esto, el movimiento pudo evolucionar en sus planteos y metodologías, esto se podría explicar en los siguientes aspectos:
Evolución desde la perspectiva monológica, se enfoca en que el sujeto evalúa la validez de su argumentación propia o de la de otro, llevándola hacia una perspectiva dialógica y dialéctica, pudiéndose destacar por la dimensión intersubjetiva de la noción.
Una evolución desde una visión neutra, la cuál plantea habilidades generales de pensamiento crítico hacia una visión intersubjetiva que propone el debate entre habilidades generalizables vs. habilidades específicas de dominio.
Otra evolución desde una concepción atomista y taxonómica de las microhabilidades implicadas a una integración de todas estas pero desde una concepción un poco más global mediante las macrohabilidades que permiten comparar perspectivas.
Una mejora desde una perspectiva cognitiva a enfoques que tengan aspectos actitudinales. Por ende se plantea la idea de integrar el concepto en sí del pensamiento crítico pero no sólo las micro y macrohabilidades intelectuales, sino que también se quiere intentar unir a las virtudes intelectuales, las cuales transforman el pensamiento egocéntrico en un pensamiento amplio
Virtudes intelectuales:
Independencia intelectual: Compromiso para el pensamiento propio.
Curiosidad intelectual: Disposición para preguntarse acerca del mundo.
Coraje intelectual: Necesidad de reflexionar sobre puntos de vista, en los cuales tenemos emociones negativas.
Humildad intelectual: Advertencia acerca de los límites del conocimiento que conocemos. Voluntad de reconocer lo que no sabemos.
Empatía intelectual: Ponernos de forma imaginaria en el lugar de los demás para tratar de entender sus puntos de vista.
Integridad intelectual: Reconocimiento de la necesidad de ser consistentes, es decir, practicar lo que nosotros defendemos.
Confianza en la razón: Confianza en que aprendemos a pensar por nosotros mismos y a encontrar soluciones mediante el diálogo.
Imparcialidad: Necesidad de considerar todos los puntos de vista sobre un problema.
1.3 Aportes de las teorías de la argumentación
Las primeras teorías se inspiran en la Retórica de Aristóteles y se re-actualizan en 1958 con el Tratado de la Argumentación. Por otro lado, las perspectivas dialécticas se inspiran en los Tópicos y Refutaciones Sofísticas de Aristóteles.
Tratando de rescatar los puntos de encuentro de esas posturas mencionadas, el objetivo es presentar una visión que integra dos modos de abordaje del fenómeno argumentativo:
Perspectiva retórica: considera la argumentación como una operación discursiva mediante la cual un sujeto provoca la adhesión de otro a una opinión con el uso de razones o argumentos.
Perspectiva pragma-dialéctica: concibe la argumentación como una discusión crítica, su propósito es ayudar a que una diferencia de opinión se resuelva. Acá se focaliza la atención en la interacción de interlocutores que intentan resolver un desacuerdo.
Los estudios recientes ponen de manifiesto cuatro cuestiones que son importantes para que las teorías avancen:
El intento de acercamiento entre las perspectivas retóricas y dialécticas
La consideración de la argumentación desde una perspectiva interaccional
Necesidad de dar cuenta de los factores emocionales que son propios de la discusión argumentativa
Conveniencia de articular los estudios de argumentación con diferentes líneas de análisis del discurso
Perspectiva retórica
“La argumentación es una operación discursiva, a través de la cual un sujeto trata por medio de su discurso de provocar (aumentar, reforzar), razonadamente, la adhesión de otro (cambiar o influir en su postura o en su comportamiento) a una tesis u opinión. (Alvarez, 1996)”
Esto nos habla de la fuerza ilocutiva de la argumentación, la cual es una interacción por medio de la que un sujeto intenta cambiar algo en el orden de las ideas u opiniones de los demás gracias al uso de las palabras, esto genera poner el acento en el aspecto discursivo o verbal, pudiendo marcar la diferencia con la acción física, que es el límite de toda argumentación.
Si alguien intenta interferir en las opiniones de otra persona, mediante su discurso, es porque cree que esa persona es sensible a las razones. Sin embargo, conviene distinguir:
Una argumentación que se basa en el razonamiento
Una argumentación persuasiva en donde no se discuten abiertamente los distintos puntos de vista sino que se opera sobre la voluntad o los sentimientos con el fin de persuadir al destinatario para que compre ese producto específico.
Para que haya una argumentación, primero tiene que haber un campo problemático o un tema, en donde salgan diferentes puntos de vista, o dos tesis antagónicas. Debido a esto, el sujeto argumentador siempre va a estar a favor de una tesis que se enfrenta a una tesis opuesta, aunque esta última mencionada no se vea o quede implícita .
Otra definición dentro de las líneas retóricas aunque también con aportes cognitivos e interaccionales, es la propuesta por Grize (2004): “Considero la argumentación... como un tipo de “esquematización” discursiva, es decir, como la producción de un discurso (proceso y resultado) organizado con el propósito de intervenir sobre la opinión, la actitud y el comportamiento de alguien”. (Grize, 2004)
En base a esta definición, Doury y Moirand intentar explicar el concepto de esquematización de Grize y dicen: “Para Grize, cada vez que un locutor A produce un enunciado, propone una “esquematización” a un interlocutor B, es decir que construye un “micro-universo” a partir de la realidad tal como la percibe, pero igualmente tal como él la reconstruye para B. Este micro-universo es una reconstrucción cognitiva del mundo (real o ficticio), que no refleja las exigencias de una observación científica (...). La esquematización que A propone a B está pues en función de la finalidad de A, pero igualmente de las representaciones que él se hace de B, de las representaciones que tiene o que él quiere dar de sí-mismo y de las representaciones acerca de lo que habla. (...)”
Perspectiva pragma-dialéctica
Esta perspectiva se une a la parte de esta conceptualización de la argumentación, se centra en el aspecto dialógico, al punto en el que la considera como una discusión crítica, la cual contribuye a la resolución de una diferencia de opinión. Por ende, termina priorizando la consideración de la interacción de dos o más interlocutores que llegan a resolver un desacuerdo.
Con el término pragma (pragmática), manifiestan su filiación explícita a la teoría de los actos de habla de Austin (1962) y Searle (1979), en donde dicen que para el estudio de la argumentación, es necesario hacer referencia a tres cuestiones clave del estudio del lenguaje desde una perspectiva pragmática: el contexto de uso, las intenciones de los interlocutores y los implícitos. En cuanto a la expresión dialéctica, se pone en evidencia la relación entre los participantes, en la medida en que el conflicto puede ser resuelto si ronda solamente el intercambio razonado de argumentos.
Por otro lado, esta teoría busca un equilibrio entre una perspectiva normativa y una descriptiva. Empezando de que la argumentación cotidiana es atravesada por factores subjetivos, el objetivo de esta es lograr herramientas para ver en qué grado una argumentación está de acuerdo con las normas de una discusión razonable. Para conseguir esto, no se deja de lado el criterio de consistencia lógica, sino que se complementa con el criterio de consistencia pragmática, esta nos deja evaluar la razonabilidad de los argumentos teniendo en cuanto a los contextos de interacción. Así mismo, esta perspectiva toma como punto de partida las interacciones orales, por este motivo, los autores postulan cuatro etapas en la discusión crítica y diez reglas que deben estar en los intercambios entre los participantes en una discusión. Aunque, estas etapas y reglas pueden ser aplicadas a los textos y a los contextos con diferentes grados de formalidad.
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